Jueves 16 de agosto, Valle de Nubra o Lago Pangong?
Podría escribir un post entero solamente para describir Leh, sin embargo, me limitaré a hacerlo solo con una palabra: PAZ.
En mitad de ninguna parte y en medio de todo. Perdida en mitad de las montañas del Himalaya, esta preciosa ciudad alberga una mezcla de culturas y religiones difícil de encontrar en ningún otro lugar. La antigua capital del reino de Ladakh se ha convertido hoy en día en el epicentro del budismo, siendo considerada la capital del Tibet indio y contando ya con más monjes budistas que el propio Tibet.
Los monjes tibetanos, huyendo de la represión del gobierno Chino al Tibet, cruzaron la frontera y se refugiaron en estas montañas creando así este pequeño oasis budista en medio de una zona dividida entre hinduistas y musulmanes. Sin embargo aquí todos conviven en su día a día, aquí no conocen de conflictos, aquí solo se respira paz.
Perderte por sus callejuelas y descubrir cada uno de sus rincones es un auténtico placer.

-No hay nada mejor que viajar sin plan, si te gusta un sitio te quedas, sino te vas. Así de simple-.
He pasado un par de días “recuperándome” prácticamente sin salir del hostel. El rebajar un poco el nivel de altitud junto con las pastillas que me dio el medico, ya empieza a dar resultados. Allí, en el hostel, he conocido a una pareja de alemanes a quienes el relato de la parte bonita de mi ruta les ha despertado el “mono” de alquilar una moto y vivir la aventura -Parece que no soy el único loco-.
Sin embargo, tras escuchar cómo me piden si les puedo enseñar a llevar la moto antes porque hace mucho tiempo que no cogen una, les recomiendo mejor alquilar un scooter y pasear por las inmediaciones de Leh, la ruta es muy dura y me jodería que les pasara algo por mi culpa…
-Nunca me hagáis caso si os llego un día contando uno de mis descabellados planes… por muy convencido que parezca estar…-.
Ayer me desperté a las 5am con un canto de oración que venía del monasterio de arriba de la montaña. No hay nada como sentarte a escribir en tu diario en una terraza, tomando un café calentito, escuchando los cantos del monasterio mientras empieza a asomar el sol por las montañas.

Tras desayunar, me subo de nuevo a la Royal Enfield (esta vez sin equipaje) y decido salir a visitar los templos de las montañas más alejadas de LEH -los cantos me habían animado de nuevo-.
El día lo dedico a visitar el Palacio de Leh, el templo de Shey y los monasterios de Thiksey y Hemis. Cada cual de ellos es más bonito y especial que el anterior. Antiguos, tranquilos, semi-desiertos, frios… Conforme vas descrubriendo su interior, vas encontrando a los monjes rezando en diferentes salas, mientras, de fondo, escuchas a uno de ellos tocar un pequeño timbal cantando una de sus oraciones desde algún rincón del monasteri. Solo tienes que seguir el sonido a través de los estrechos y oscuros pasillos, hasta encontrarlo, sentarte en el suelo – delante suya- y dejarte llevar por el encanto y el misticismo del momento. Una experiencia onírica.




Después del chute de energía del templo de Hemis, decido que es momento de dejar Leh y seguir el camino. Ahora la pregunta: ¿Dónde vamos?
Había escuchado hablar a mi amigo Jorge Verdeguer, quien lo había visitado en uno de sus paseos (sí, esto son paseos paraun tío que ha subido 2 veces el Everest), de las bondades del valle de Nubra. También me habían hablado del lago Pangong, un lago de más de 100km de área y que hace de frontera entre India y China. Ambas opciones parecen buenas y no sé qué hacer.
Decido preguntarle al amigo de la recepción, quien me sugiere que haga vaya hacía el lago Pangong:
-Es mucho más natural, “salvaje” y la ruta además es más bonita. Hay incluso campamentos de para acampar cerca del lago-.
-Tengo mi propia tienda- le digo.
-No sé si te dejarán, tendrás que irte a una zona alejada o a la orilla del lago, pero allí no tendrás nada, estarás solo-.
Me acabas de convencer hermano, Mañana salimos para Pangong!!