Martes 7 de agosto, Royal Enfield cargada hasta arriba y gas a topeee!!!
Por fin llegó el momento que tanto había esperado: ajusto en el manillar el soporte para usar el móvil como GPS, monto la Go-Pro en el frontal, ato la mochila y la tienda de campaña a la parte trasera a la moto, pongo en marcha la Royal Enfield y empiezo a sentir el viento en la cara.

No tardas mucho en cambiar el chip de conducción «europea» por el de conducción «sálvese quien pueda», y más te vale que sea así, porque si no estás jodido en la jungla que es la conducción en India.
Rumbo al norte hacia «Manali», la puerta de entrada a los Himalayas. Lo que el GPS marca en distancia 600km, se transforman en 17h de tiempo. A esto cuesta acostumbrarse.
Tras los primeros 40-50km la moto empieza a ahogarse y se para. Tengo que llegar hasta el arcén antes de que se detenga si no quiero ser arrollado.
– El carburador. Lo sabía.
Espero hasta que el carburador escupa toda la gasolina y, con la única ayuda de un destornillador, vacío la bolla y ajusto el ralentí. La moto vuelve a arrancar. Esperemos que aguante.
Tras unas horas más conduciendo paro a repostar y a descansar un poco en una gasolinera. Aprovecharé para beber un poco de agua, los 42º de temperatura y el nivel de humedad por las nubes hacen que te deshidrates constantemente. Desafortunadamente, en la gasolinera no les quedan botellas de agua para vender.
– Vaya.
Unos instantes después aparece el señor con una bandejita y varios vasos de cristal ofreciéndome agua que dice estar «purificada». Una mezcla de sed y educación me hace coger un vaso y darle un pequeño traguito al agua.
– Mierda, esto sabe raro…
Segunda»prueba», estoy en una «autopista» en mitad de ninguna parte y la moto vuelve a fallar.
-No hay problema, la moto se ha ahogado de nuevo, me apartaré nuevamente al arcén y esperaré a que se vacíe el carburador.
Mi estomago me viene dando fuertes pinchazos desde que bebí aquel trago de aguaen la gasolinera… en ese momento me viene a la cabeza un consejo que me dio mi amiga Claudia:
«Si bebes agua «chunga» y te duele el estómago, tómate directamente un antibiótico o acabarás con diarrea».
– No me puedo poner malo, no yendo en moto.
Aprovechaba el «parón» obligatorio para abrir la mochila y tomarme el antibiótico cuando de repente se paran dos indios con una moto delante mía en el arcén… «bien, vendrán a ayudarme» – pensé yo…

Situación: un europeo ingenuo en mitad de ninguna parte en el interior de la India, una moto que no arranca parada en el arcén, un montón de objetos de valor enganchados en la moto y dos «espabilados» que no dudan en aprovechar la oportunidad para intentar hacer «su agosto».
Ese momento ha sido uno de los momentos de más rabia e impotencia que he sentido en mucho tiempo. Te están intentando atracar, no puedes huir, no puedes pedir ayuda, no puedes enfrentarlos… y no piensas darles nada.
– La definición de «hacerse el tonto» debería de llevar mi cara anexada desde ese momento.
Lo único quese me ocurrió, fue fingir que no me enteraba de lo que pasaba, hacer como que no entendía ni hablaba inglés y entretanto aprovechar para, con disimulo, cerrar mi mochila y recoger y enganchar todas mis cosas de nuevo a la moto.
No tardaron en darse cuenta de mi argucia y en ese momento se empezó a poner la «cosa tensa». En un descuido intenté arrancar la moto, pero esta no quiso darme esa alegría…
– Mierda, me sentí como la típica adolescente en una película de miedo, que está dentro de un coche intentando arrancar mientras el asesino está cada vez más cerca de ella.
Tras un poco más de hacerme el tonto, y un momento de enfrentamiento con los indios (que ya se habían puesto en modo agresivo), volví a intentar a arrancar la moto a la desesperada… ¡por suerte esta vez sí arranco! Salté de lado encima dela moto y aceleré a tope montándome por el camino mientras salía de allí.
– Joder, hasta ahora me estaba tomando todo con filosofía pero.. ¿por qué me pasa todo a mí?